La semana pasada, semana santa, estuve en una comunidad de mi parroquia, Acuitlapilco, participando en una misión que el vicario de parroquia organizó. La misión estuvo llena de bendiciones, sorpresas y pruebas, fue una experiencia que valió la pena vivir.
El año pasado también también participé en la misión de semana santa que fue en las comunidades de Cochisquila y Cuentla pero este año me sentí diferente, a parte de que el año pasado mi novia estuvo en Cuentla y yo en Cochisquila y este año estuvimos los dos en la misma comunidad.
El lunes, el martes y el miércoles visitamos a las personas por la mañana en sus casas para compartir la palabra de Dios y por las tardes convivimos con los los niños jóvenes y adultos de la comunidad algunos temas sobre la semana santa; y el jueves visitamos también a las personas en sus casas por la mañana, y por la tarde comenzamos con la celebración del triduo pascual.
Se nos unieron en el caminar varios hermanos de la comunidad que nos acompañaron en las actividades, y hubo buena respuesta de la gente.
Al final recibimos algunos comentarios de personas que no querían que nos fuéramos, querían que nos quedáramos otra semana, especialmente los niños, y nosotros mismos, los misioneros, también queríamos quedarnos más tiempo pero también en nuestros hogares nos esperaban.
Regresamos el sábado a nuestros hogares después de haber sembrado la semilla, que Dios sea quien recoja el fruto.